Por: Mariela Flores Cruz.
La participación y visibilidad de las mujeres en el deporte, han mostrado importantes incrementos en los últimos años. En los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro en 2016 representaron el 45% de la asistencia y de acuerdo a la International Olympic Committee (2021) se proyectó una participación femenina del 48.8% para los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 (recién pospuesta para 2021). Derivado de lo anterior es posible observar un notorio interés en la comunidad científica, entrenadores y deportistas por conocer y estudiar las respuestas fisiológicas y metabólicas de las atletas durante sus entrenamientos (McNulty, et al., 2020).
Es por ello que durante la última década, se han realizado diversas investigaciones referentes a dichas respuestas, dentro de las cuales destacan los estudios sobre las respuestas hormonales de las diferentes fases del ciclo menstrual durante la actividad física de las atletas (Arazi et al., 2018; Julian, et al., 2017; McNulty et al.), dado que el rendimiento deportivo puede verse afectado por las variaciones hormonales que se presentan durante las distintas fases del ciclo menstrual (McNulty et al., 2020).
Por otra parte, los estudios realizados sobre el tema no son todavía contundentes (Arazi et al., 2018; Julian et al., 2017; Pallavi et al., 2017). No obstante, las evidencias existentes permiten emitir las siguientes recomendaciones durante las fases identificadas del ciclo menstrual:
Fase1. Durante la fase 1 llamada menstruación o fase folicular temprana, los niveles de estrógenos y progesterona son muy bajos por lo que se recomiendan sesiones de entrenamiento de baja intensidad. Sin embargo, es un buen momento para realizar ejercicios enfocados en la mejora de la técnica deportiva y/o trabajar sobre la coordinación. Asimismo, es importante dar especial atención y prioridad a la fase de recuperación y a la optimización de las horas de sueño (Constantini NW et al., 2005; Janse de Jonge, et al., 2003; Romero-Moraleda B et al., 2019).
Fase 2. En la fase 2-Folicular tardía, existe un incremento de estrógeno, por lo tanto, habrá un incremento de energía y se tendrá un mayor efecto sobre el trabajo de fuerza (Sung E, et al. 2014), por lo que se recomienda trabajar en ella.
Fase 3. Para el momento de la ovulación o fase 3 (que dura un promedio de 9 días), los niveles de estrógeno disminuyen inicialmente para después volver a elevarse junto con la progesterona y mantenerse altos hasta el final de la fase, por lo que se recomienda realizar todo tipo de entrenamiento (Constantini NW et al., 2005; Janse de Jonge, et al., 2012; Nowak J, eta la., 2016).
Fase 4. Durante la fase 4-lútea (días antes de la menstruación), existe un decremento tanto de estrógenos como de progesterona, por lo tanto, es recomendable realizar ejercicios de moderada a baja intensidad (El-Lithy A, et al., 2015; Joo MH, et al., 2004).
Como se menciona, los resultados de los estudios en la materia aún no son definitivos, por lo que es de vital importancia que las investigaciones sobre los efectos de la menstruación en el rendimiento se continúen. Por otra parte, es imperante seguir trabajando con los datos y la información que se encuentre a nuestra disposición sobre estas diferencias que existen entre fases con el fin de optimizar el entrenamiento, así como también reducir lesiones y por lo tanto evitar el sobreentrenamiento en las atletas.
Comments